Auguste Rodin, Eva | Museu Rodin, Paris |
El mundo avanza en círculos, me dicen,
o es más bien que se mueve en espiral y por tanto no avanza,
se concentra o se dispersa interminablemente,
sin un fin ni un principio, sin objeto y sin sentido, sin porqué ni adónde.
La vida, entonces, vuelve a reencontrarse con lo que fue su origen,
su semilla, la medida de todos sus fracasos, el hueco donde caben nuestros miedos
y al que se ajustan nuestras esperanzas.
Y dando por supuesto que las cosas sean así, tan crudas y tan frágiles,
dime qué hacemos tú y yo aquí parados, soportando el embate de la nada,
el azote que nunca merecimos o ese dardo llamado indiferencia o mala suerte o época difícil.
Dime, aunque tengas que mentirme un poco, que no estamos perdidos,
Dime, aunque tengas que mentirme un poco, que no estamos perdidos,
que aún hay grietas por las que puede entrar algún consuelo,
que esto no es otro de esos callejones sin salida y sin luz donde espantarnos,
donde perder la fe y ganar el llanto.
Convénceme, prométeme la vida.
Amalia Bautista, retirado daqui