Em tempo de regresso às aulas, emocionei-me com um conto do escritor galego Manuel Rivas acerca da fascinante viagem de aprender sobre as coisas da vida e acerca da importância dos mestres-companheiros de jornada. Fica apenas um aperitivo, mas garanto que vale muito a pena lê-lo integralmente, aqui.
El modo que tenía don Gregorio de mostrar un gran enfado era el silencio. «Si ustedes no se callan, tendré que callar yo».
Y iba cara al ventanal, con la mirada ausente, perdida en el Sinaí. Era un silencio prolongado, desasosegante, como si nos dejara abandonados en un extraño país. Sentí pronto que el silencio del maestro era el peor castigo imaginable. Porque todo lo que tocaba era un cuento atrapante. El cuento podía comenzar con una hoja de papel, después de pasar por el Amazonas y el sístole y diástole del corazón. Todo se enhebraba, todo tenía sentido. La hierba, la oveja, la lana, mi frío. Cuando el maestro se dirigía al mapamundi, nos quedábamos atentos como si se iluminara la pantalla del cine Rex. Sentíamos el miedo de los indios cuando escucharon por vez primera el relincho de los caballos y el estampido del arcabuz. Íbamos a lomo de los elefantes de Aníbal de Cartago por las nieves de los Alpes, camino de Roma. Luchamos con palos y piedras en Ponte Sampaio contra las tropas de Napoleón. Pero no todo eran guerras.
Hacíamos hoces y rejas de arado en las herrerías del Incio. Escribimos cancioneros de amor en Provenza y en el mar de Vigo. Construimos el Pórtico da Gloria. Plantamos las patatas que vinieron de América. Y a América emigramos cuando vino la peste de la patata.
«Las patatas vinieron de América», le dije a mi madre en el almuerzo, cuando dejó el plato delante mío.
«¡Que iban a venir de América! Siempre hubo patatas», sentenció ella.
«No. Antes se comían castañas. Y también vino de América el maíz». Era la primera vez que tenía clara la sensación de que, gracias al maestro, sabía cosas importantes de nuestro mundo que ellos, los padres, desconocían.
Manuel Rivas, La Lengua de las Mariposas
El modo que tenía don Gregorio de mostrar un gran enfado era el silencio. «Si ustedes no se callan, tendré que callar yo».
Y iba cara al ventanal, con la mirada ausente, perdida en el Sinaí. Era un silencio prolongado, desasosegante, como si nos dejara abandonados en un extraño país. Sentí pronto que el silencio del maestro era el peor castigo imaginable. Porque todo lo que tocaba era un cuento atrapante. El cuento podía comenzar con una hoja de papel, después de pasar por el Amazonas y el sístole y diástole del corazón. Todo se enhebraba, todo tenía sentido. La hierba, la oveja, la lana, mi frío. Cuando el maestro se dirigía al mapamundi, nos quedábamos atentos como si se iluminara la pantalla del cine Rex. Sentíamos el miedo de los indios cuando escucharon por vez primera el relincho de los caballos y el estampido del arcabuz. Íbamos a lomo de los elefantes de Aníbal de Cartago por las nieves de los Alpes, camino de Roma. Luchamos con palos y piedras en Ponte Sampaio contra las tropas de Napoleón. Pero no todo eran guerras.
Hacíamos hoces y rejas de arado en las herrerías del Incio. Escribimos cancioneros de amor en Provenza y en el mar de Vigo. Construimos el Pórtico da Gloria. Plantamos las patatas que vinieron de América. Y a América emigramos cuando vino la peste de la patata.
«Las patatas vinieron de América», le dije a mi madre en el almuerzo, cuando dejó el plato delante mío.
«¡Que iban a venir de América! Siempre hubo patatas», sentenció ella.
«No. Antes se comían castañas. Y también vino de América el maíz». Era la primera vez que tenía clara la sensación de que, gracias al maestro, sabía cosas importantes de nuestro mundo que ellos, los padres, desconocían.
Manuel Rivas, La Lengua de las Mariposas
Em absoluto. Há mestres que marcam de forma indelével o nosso saber e o nosso ser. E a sorte de os termos conhecido constitui uma aprendizagem que transcende, em muito, o tempo e o espaço da sala de aula. Esta é uma homenagem merecida e belíssima.
ResponderEliminarObrigada por a haveres partilhado :)
Beijinho!
Belo! ;)
ResponderEliminarUm exemplo de bom gosto literário.
ResponderEliminarObrigada pela referência
Um beijo
Obrigada às três pelos vossos comentários. E, já agora, estendo o agradecimento a todos os "don Gregorio" que realmente merecem o epíteto de Mestres. Por fazerem a diferença...
ResponderEliminarBoa semana!
Só conhecia o filme! Muito marcante. Cria sentidos... Recomendo :)
ResponderEliminarCuriosamente, a minha primeira referência também foi o filme, de que uma aluna me falou numa das aulas. Fiquei curiosa e fui explorar, descobrindo então a sua base inspiradora. Ainda não vi o filme: está ali na estante à espera de momento propício :)
ResponderEliminarBeijinho de cá!